En busca de una buena vida, de la felicidad, la tranquilidad y de rodearme de personas que me
quieran tal como soy... es que a veces pierdo perspectiva de lo que
tengo a mi alrededor, de disfrutar las pequeñas cosas de la vida... el
caminar en la noche aunque haga frío o llueva, la sonrisa de alguien al
cruzar las miradas, escuchar la sinfonía de sonidos urbanos o de sonidos
rurales, el abrazo de verdad de alguien que te quiere o simplemente ver
la paleta de colores de cada temporada del año en donde me encuentre.
Todos
tenemos necesidades de compartir con más personas, de tener una pareja,
de querer tener cosas materiales, pero cuando basamos nuestro existir
en sólo satisfacer esto, forzamos el ritmo que nos tiene la vida para
desarrollarnos en la infinidad de formas que podemos, generando aquella
sensación de ansiedad y frustración que es de doble filo, que no es tal,
ya que no todo tiene que llegar cuando uno quiere… hay que saber
esperar aunque no todo se cumpla en la vida.
No quiero dejar de soñar en las cosas que quiero hacer, en las cosas que quiero tener, en lo que quisiera para mí…
no quiero dejar de soñar que hoy será un buen día y que todos los que
amo también sueñan con ser felices y que disfrutan hasta del aire que
respiran.
Quiero alimentar mi
espíritu sólo mirando al cielo y dando gracias de poder respirar hoy, y
luego al finalizar la tarde, preparar mi cuerpo para el descanso con la
sensación de que hice algo no solo productivo para mí, sino que también
para los que están a mí alrededor.
Todos
los días me quiero levantar y pensar que puedo hacer algo
extraordinario de mi vida, pero entendiendo que esto se puede hacer con
las cosas más simples que uno puede imaginar, todos los días me quiero
levantar pensado en lo que realmente quiero y actuar de manera justa,
sincera y leal con aquellos que me rodean.